Crisis láctea: SanCor, ARSA, Verónica y La Suipachense al borde de la quiebra

Cuatro históricos del sector enfrentan deudas millonarias, plantas paralizadas y más de 2.200 empleos en riesgo. El derrumbe golpea al interior productivo y expone un cóctel explosivo de consumo en baja, costos en alza y mala gestión.

Actualidad05 de septiembre de 2025 Infoempresas
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Tiempo de lectura: 1:45 min

Una crisis sin precedentes

La industria láctea argentina atraviesa un escenario crítico. SanCor, ARSA, Lácteos Verónica y La Suipachense, cuatro nombres emblemáticos, están sumidos en concursos, cheques rechazados, deudas millonarias y plantas paralizadas. Entre todas reúnen más de 2.200 trabajadores directos, la mayoría con salarios atrasados, suspendidos o sin tareas.

El derrumbe se aceleró en 2024 y 2025: consumo interno en baja, costos de producción crecientes, tasas financieras prohibitivas y graves problemas de gestión generaron un cóctel letal. En paralelo, las segundas marcas avanzan en góndola, ganando espacio frente al retroceso de las grandes.

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SanCor: el desguace de un emblema

La cooperativa, que llegó a ser la mayor láctea del país, sigue en concurso preventivo. Con un pasivo estimado en más de u$s400 millones, hoy procesa apenas entre 50.000 y 60.000 litros de leche diarios, cuando su capacidad era varias veces mayor.

En el último año perdió 500 puestos de trabajo y mantiene 850 empleados, la mayoría sin tareas plenas. El expediente concursal avanza lento y las discusiones giran más en torno al desguace de activos que a un eventual rescate.

ARSA: la sombra de Vicentin y Maralac

Alimentos Refrigerados S.A. (ARSA), controlada por Vicentin y gerenciada por el grupo venezolano Maralac, entró en concurso en marzo de 2024 con un pasivo de $49.700 millones, más $67.300 millones en garantías por activos comprados a SanCor.

Sus plantas de Arenaza (Buenos Aires) y Monte Cristo (Córdoba) están cerradas desde mayo. Acumula más de 540 cheques rechazados por $6.500 millones y enfrenta denuncias gremiales por vaciamiento. La ATILRA denunció defraudación y la Justicia dictó medidas cautelares. Menos de la mitad de sus 500 empleados sigue en relación formal, sin tareas ni salarios al día.

Lácteos Verónica: del top tres al Procedimiento Preventivo de Crisis

Con tres plantas en Santa Fe, Lácteos Verónica pasó de procesar un millón de litros diarios en sus mejores años a menos de 200.000 hoy. De sus 700 empleados, la mayoría percibe sueldos atrasados y en cuotas.

La empresa pidió un Procedimiento Preventivo de Crisis (PPC) para despedir al 30% del personal, reducir jornadas y pagar el 75% del salario como suma no remunerativa, pero fue rechazado por el gremio. En paralelo, acumula 2.800 cheques rechazados por $9.500 millones y arrastra denuncias por triangulación de activos. La crisis no es nueva: arrastra problemas desde 2017, con cambios de conducción y un polémico blanqueo millonario de la familia Espiñeira.

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La Suipachense: planta paralizada y comunidad en vilo

Ubicada en Suipacha (Buenos Aires), la empresa quedó casi acéfala tras la salida sorpresiva de Maralac, también controladora de ARSA. Con 150 trabajadores, hoy no procesa leche: de 250.000 litros diarios en sus mejores años pasó a cero, por falta de pago a tamberos.

Tiene 595 cheques rechazados por $5.882 millones y deudas con proveedores, transportistas y hasta con empresas de energía. El riesgo de corte de luz y gas es inminente. En Suipacha, más del 60% de las familias depende directa o indirectamente de la planta, por lo que el cierre sería devastador.

Impacto en el interior productivo

La crisis de estas cuatro compañías no solo pone en jaque a miles de empleos. También golpea a los tamberos remitentes, que pierden clientes, y a las economías regionales que dependen de estas plantas. En localidades como Arenaza o Suipacha, el derrumbe significa comercios cerrados, transportistas sin trabajo y familias enteras en incertidumbre.

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El futuro de SanCor, ARSA, Verónica y La Suipachense parece más cerca de la quiebra que de la reactivación. La crisis expone las falencias estructurales del sector lácteo: falta de financiamiento, costos altos, consumo deprimido y gestiones fallidas. En paralelo, el avance de segundas marcas confirma que el mercado se reacomoda, aunque a costa de miles de familias y del interior productivo.

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