

Del monotributo al trabajo precario
Cómo impacta la informalidad entre cuentapropistas y trabajadores independientes en Argentina
Actualidad18 de julio de 2025 Infoempresas


⌚ Tiempo de lectura: 1:30 min.
El otro rostro de la informalidad laboral
Cuando se habla de trabajo informal en Argentina, se suele pensar en asalariados en negro. Pero hay otro universo —menos visible, más disperso— donde la informalidad pega más fuerte: el de los trabajadores independientes.
Hablamos de cuentapropistas, feriantes, albañiles, revendedores, gastronómicos por cuenta propia, vendedores ambulantes y hasta profesionales que no están registrados en el monotributo ni hacen aportes al sistema previsional.
De los 8,8 millones de trabajadores informales en Argentina, 3,3 millones no son asalariados. Es decir, trabajan por su cuenta, pero fuera del radar del Estado.
6 de cada 10 cuentapropistas trabajan en negro
La informalidad entre independientes no es pareja. El 57% de los trabajadores no asalariados está en la informalidad, pero si separamos a los cuentapropistas, el dato empeora: el 62% trabaja en negro.
En cambio, los patrones registrados (como dueños de pequeñas empresas) muestran una situación muy distinta: menos del 20% es informal.
Este contraste muestra algo clave: ser independiente no implica estar fuera del sistema, pero los niveles de precariedad son muy altos entre quienes no logran formalizar su actividad, ya sea por desconocimiento, falta de incentivos o barreras económicas.
Trabajar sin red
Los trabajadores independientes informales no acceden a jubilación, obra social ni cobertura ante accidentes o enfermedades. Tampoco cuentan con licencias por maternidad/paternidad, ni posibilidad de créditos o servicios bancarios formales.
Además, al estar fuera del sistema, no generan aportes al Estado ni figuran en estadísticas clave para diseñar políticas públicas efectivas.
¿Por qué no se formalizan?
Entre las razones más comunes para no registrarse, se destacan:
Altos costos fiscales y cargas previsionales.
Falta de información clara sobre cómo registrarse.
Miedo a perder beneficios sociales.
Ingresos inestables que impiden sostener una cuota mensual del monotributo.
Un sistema impositivo poco adaptado a la realidad de los trabajadores por cuenta propia.
¿Y si simplificamos en vez de castigar?
La clave no está solo en fiscalizar más, sino en crear mecanismos accesibles, progresivos y digitales que incentiven la formalización. Muchas veces, un paso simple como emitir factura electrónica o registrarse como monotributista puede cambiar la vida de un trabajador, pero hoy esa barrera parece enorme.
Si se quiere reducir la informalidad, hay que mirar con lupa a este universo silencioso, disperso y esencial para la economía popular.

