El 70% de las startups o emprendedores fracasan antes de los dos años

El fenómeno del hombre orquesta —emprendedores que intentan hacerlo todo sin equipos ni sistemas— es la principal causa del fracaso temprano de las startups argentinas. Falta de delegación, mala gestión interna y agotamiento son los síntomas de un modelo que ya no escala.

Actualidad10 de octubre de 2025 Infoempresas
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Tiempo de lectura: 2 min

Una virtud que se volvió trampa

El ecosistema emprendedor argentino es reconocido en el mundo por su creatividad y resiliencia. Sin embargo, detrás de esa fuerza se esconde una debilidad estructural: el llamado “síndrome del emprendedor argentino”.

Según el consultor Marcelo De Luca, autor de la columna publicada por Infobae, este síndrome se origina en la autoexigencia extrema y en un contexto económico volátil que empuja a los fundadores a asumir todos los roles posibles dentro de su negocio.

“El crecimiento sostenido requiere procesos, sistemas y equipos consolidados”, advierte De Luca.

El resultado: emprendedores agotados, empresas dependientes de una sola persona y proyectos que no logran superar los dos años de vida.

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El “hombre orquesta”: símbolo de la cultura startup local

La figura del emprendedor multitarea —CEO, CFO, CMO y vendedor al mismo tiempo— es una respuesta natural a un entorno marcado por la falta de crédito, la inflación y la desconfianza en el sistema.
Pero esa flexibilidad, que en principio parece una ventaja, se convierte en un obstáculo mortal.

“El emprendedor vive apagando incendios, pero nunca construye estructuras”, resume el texto.

Sin delegación ni organización, la compañía queda limitada por la energía y el tiempo del fundador, quien se transforma en el cuello de botella del crecimiento.

 

Datos que preocupan: siete de cada diez startups no sobreviven

El Global Entrepreneurship Monitor y la Asociación de Emprendedores de Argentina (ASEA) confirman que más del 70% de las startups locales fracasan antes de cumplir dos años.
Las razones no son falta de talento ni de ideas, sino mala gestión interna y ausencia de equipos consolidados.

En comparación, ecosistemas como Chile o México logran mayor tasa de supervivencia porque institucionalizan roles de liderazgo desde etapas tempranas, reduciendo la dependencia del fundador.

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Cómo romper la lógica del autoconsumo

De Luca explica que superar el síndrome requiere un cambio de mentalidad:

“El primer paso es reconocer que no se puede hacer todo.”

A partir de esa autocrítica, sugiere tres pilares estratégicos para escalar sin perder control:

1️⃣ Definir roles de dirección

Separar funciones de finanzas, comercial, operaciones y calidad, y crear mesas de decisión con paridad entre fundadores y líderes de área.

2️⃣ Construir mandos medios

Invertir en jefes de proyecto, líderes técnicos y de calidad, capaces de absorber tareas operativas y garantizar continuidad sin sobrecargar al fundador.

3️⃣ Adoptar tecnología y procesos

Apoyarse en herramientas de gestión y automatización como OKRs, Scrum, Kanban o plataformas como Zapier y Make, para liberar tiempo y mejorar la trazabilidad de los resultados.

 

Escalabilidad real: del esfuerzo individual a la inteligencia colectiva

El autor sostiene que la clave está en pasar de depender de personas a depender de sistemas.
Eso implica certificaciones (como ISO 9001 e ISO 27001), metodologías ágiles y tecnología que permita alinear objetivos sin caer en la microgestión.

“El síndrome del emprendedor argentino es una manifestación de resiliencia forzada por la volatilidad, pero es insostenible. Solo invirtiendo en procesos y en personas mejores que uno mismo se puede crecer de forma sostenida.”

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El talento argentino ha demostrado que puede crear empresas disruptivas desde contextos adversos. Pero el desafío del 2025 no pasa por la creatividad, sino por la profesionalización de la gestión.
Las startups que sobreviven son las que logran dejar atrás el modelo del héroe solitario y se convierten en organizaciones inteligentes y colaborativas.

En un país donde la volatilidad es norma, la nueva resiliencia se llama gestión.

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