Óptica Galileo, un clásico que se reinventa con cada generación

Una marca que nació desde cero y hoy es sinónimo de confianza, evolución y atención personalizada. Más de 30 años de trayectoria y una pasión inquebrantable por su profesión definen a Titina Fernández, fundadora de Óptica Galileo

Sáenz Peña23 de junio de 2025 Infoempresas
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⌚ Tiempo de lectura: 2:00 min.

Pasos firmes, decisiones valientes y visión a futuro

Detrás de una de las vidrieras más reconocidas de calle 12, Óptica Galileo, hay una historia que no todos conocen. Titina Fernández es mucho más que la cara visible de este tradicional comercio de Sáenz Peña: es hija de chacareros, pupila del colegio Misericordia y una profesional apasionada que apostó por un rubro técnico cuando ni siquiera sabía que eso era lo suyo.

“Amo mi profesión”, dice sin vueltas. Y esa frase cobra sentido cuando se recorre su historia: desde sus primeros pasos en el taller de Óptica Petrov, hasta la apertura de su propio local en el corazón de la ciudad, donde todavía hoy sigue calibrando personalmente cada anteojo.

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Una marca que evoluciona con su comunidad

Como muchas emprendedoras, Titina arrancó con lo mínimo. Apenas un puñado de cajitas de cristales, una estructura chica y la necesidad de vender una moto para pagar a los proveedores. Pero también con algo invaluable: el terreno comprado por su padre en una ubicación privilegiada. “No quería en cualquier lado, quería en la 12”, recordaba. Y así fue.

Gracias a esa visión familiar y a su constancia, la óptica fue creciendo, sin pagar alquiler y apostando siempre a más. Reformó el local varias veces, incorporó nuevas tecnologías, sumó personal y nunca dejó de aprender.

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La clave del éxito: pasión, honestidad y compromiso con el cliente

“Cada anteojo que hago es único”, asegura. Y no es una frase hecha. En su taller, cada calibrado, cada medición y cada entrega tienen su tiempo y su dedicación, porque Titina cree en la importancia de hacer las cosas bien. Esa atención personalizada, junto con una política clara de no vender cualquier cosa (“Si no te queda bien, te lo digo”), hizo que muchas familias la elijan generación tras generación.

Hoy son cinco las personas que trabajan con ella y cada una tiene un rol clave, sobre todo en la atención al público, el trabajo administrado de las autorizaciones online y la contactología, que volvió a tener espacio en Óptica Galileo.

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Desafíos del sector: venta ilegal, redes sociales y el “todo ya”

El avance de la venta informal, tanto presencial como en redes, es uno de los grandes desafíos. “La competencia desleal y los productos de baja calidad afectan al rubro”, comenta. Sin embargo, cree que hay algo que las redes no pueden reemplazar: la atención humana, la toma de medidas exactas y el asesoramiento profesional.

También ve con buenos ojos la posibilidad de incorporar herramientas digitales, pero sin perder la esencia: el trato con el cliente y el seguimiento postventa.

Una emprendedora con propósito: su proyecto social a futuro

Pero Titina no solo piensa en la óptica. También impulsa desde hace años un proyecto personal: un espacio para jóvenes con discapacidad, en una chacra que adquirió con mucho esfuerzo y que hoy sigue desarrollando a pulmón. La idea es que puedan hacer actividades productivas, sentirse útiles y valorados”, explica.

A pesar de los robos y obstáculos, sigue apostando al sueño de un lugar que transforme vidas. Porque si algo la caracteriza es su resiliencia.

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